Las nuevas autoridades de Kiev tienen que resolver varias cuestiones antes de que la ciudadanía vuelva a la senda de la protesta. Las temperaturas son cada vez más bajas y el estado ve como es incapaz de pagar por la energía que le hace falta al país. La economía no ayuda a la recuperación. Menos de un año tras irse el anterior dirigente, la situación del país es cada vez peor, y sigue empeorando.
La elección del camino pro europeo por ahora se le está haciendo cuesta arriba a Ucrania. La situación real del país y la deseada se encuentran cada vez más lejos la una de la otra. Las autoridades ya no tienen la misma comprensión de sus ciudadanos que unos meses atrás. Para que no surjan nuevas protestas, las autoridades necesitan solucionar varios problemas a cual más urgente.
El primer problema por urgencia es la llegada del frío al país y la ausencia de fondos para comprar los productos energéticos que necesita el país. El presidente Petro Poroshenko ya ha anunciado que espera llegar a un acuerdo pronto para garantizar el suministro del gas ruso. Sin embargo, dada la postura pro occidental que ha tomado el gobierno, se prevé que Moscú va a ser en esta ocasión un socio comercial difícil de convencer a la hora de buscar una rebaja.
Ya por estas fechas el termómetro sube pocos grados por encima del cero durante el día, por la noche baja a valores negativos. El ayuntamiento de Kiev declara que el 99% de las viviendas tienen calefacción desde inicios de esta semana. La realidad dice que no, que cerca de una quinta parte de los hogares de la capital todavía pasan frío. Mucho peor está el tema de otros edificios gubernamentales. Así la cantidad de guarderías y de hospitales conectados a la calefacción hace una semana era del 12 y el 8% respectivamente. Los porcentajes han subido en la última semana, pero no drásticamente. Alena, una madre de 33 años lleva a su hija a una guardería donde a día de hoy no pasan de unos 15 grados dentro de las aulas.
Los universitarios ucranianos van a tener que estudiar este año también los sábados, por lo menos hasta finales de año. De esta manera se espera que todas las clases del primer semestre acaben para finales de diciembre cuando todavía está garantizado el suministro de gas gracias a las existencias de los depósitos ucranianos. Por cierto, ese gas que fue almacenado en verano, todavía no ha sido abonado al principal suministrador, Rusia. En enero las universidades se irán de vacaciones de invierno. En marzo y febrero las clases serán a distancia.
Todo ello es consecuencia tanto del empeoramiento de las relaciones con Rusia, como del descalabro de la economía ucraniana. Solo durante este año los pronósticos del Banco Europeo para la Reconstrucción y Desarrollo dicen que el PIB ucraniano caerá en un 7%. Otras fuente hablan incluso de una retracción de la economía mayor.
Durante los primeros meses de protestas, mientras todavía seguía en el poder Viktor Yanukovich, la grivna, moneda nacional de Ucrania, cayó un cerca de un 10%, llegando al cambio de 9 grivnas por cada dólar. Esa fue una de las razones por las que se calificó de mala la gestión económica de aquel gobierno. En septiembre el dólar ya estaba en poco menos de 15 grivnas. El Banco Central introdujo limitación para comprar divisas, limitando la posibilidad de compra a 200 dólares por persona al día. Además fijó el curso en 13 grivnas por dólar. El resultado es que a día de hoy es muy difícil comprar dólares o euros. El curso además en el mercado negro es sustancialmente mayor al fijado por las autoridades.
La caída de la moneda viene acompañada del crecimiento de la inflación. La oficial es del 20%, aunque puede ser realmente casi el doble para el final del año. Todo ello ha hecho que el poder adquisitivo real de la población se haya derrumbado. Más teniendo en cuenta la subida de las tarifas. El agua caliente ha subido el 50%, la calefacción hasta el 98% en algunas regiones, el agua un 93% y el gas un 73%. Solo la electricidad ha subido moderadamente, un 30%, pero teniendo en cuenta el déficit energético general, es cuestión de tiempo que la subida sea mayor.
Dinero europeo a cambio de reformas impopulares para los políticos
El ejecutivo de Kiev necesita ante todo financiación. En esta ocasión, a diferencia de otras, solo parece que hay una parte dispuesta a prestar el capital necesario para las obligaciones inmediatas de Ucrania. Los países occidentales, sobre todo la UE, son los únicos dispuestos a apoyar económicamente.
Si durante años, Ucrania siempre ha mirado a Bruselas o Moscú dependiendo del momento, ahora esa capacidad está perdida. Rusia ocupa una postura agresiva hacia el nuevo gobierno de Kiev, y no está dispuesta a siquiera hacer una rebaja en el precio del gas. Moscú además apoya a la región sublevada del Donbass, hasta el punto de haber anunciado que reconocerá las elecciones que ahí se van a celebrar el domingo que viene.
Sin embargo, la UE también ve lo desesperante de la posición ucraniana. Diplomáticamente los europeos están por la labor de apoyar completamente a Ucrania, como lamentando la intención rusa de reconocer esas elecciones, por no hablar de todas las sanciones anteriores. Pero para prestar el capital financiero, Bruselas pide reformas para combatir la corrupción. Es decir, Bruselas quiere garantizar que el dinero prestado no se disuelva sin dejar rastro.
¿Cuales son las reformas más inmediatas en ese sentido? Quitar la inmunidad parlamentaria, para que cualquier cargo pueda ser procesado por corrupción. Reformar el sistema judicial para que los casos de corrupción al final traigan consecuencias reales. Reformar el sistema electoral para que los cargos elegidos sean cada vez menos millonarios y más gente que mire por el interés común del país.
De llevarse a cabo eso significaría el fin del dominio de la oligarquía actual. ¿Estará esa oligarquía dispuesta a desmontarse a sí misma? Parece difícil.