Las elecciones oficializan la ruptura entre Kiev y el Donbass

El 26 de octubre Ucrania celebró elecciones parlamentarias en las que ha ganado el partido del primer ministro Arseniy Yatsenyuk, seguido muy de cerca por el partido del presidente Petro Poroshenko. Por su lado en las elecciones presidenciales y parlamentarias celebradas en Donetsk el ganador ha salido el hasta ahora primer ministro Aleksandr Zajárchenko y su partido República de Donetsk. Ambos resultados dan continuidad a la política llevada en ambos territorios.

Estos resultados ponen todas las bases necesarias para seguir con el enfrentamiento que comenzó de facto a mediados de abril de este año cuando los territorios del Donbass demandaron mayor autonomía respecto a Kiev. La voluntad popular ha elegido, con ayuda de una falta real de alternativa política, sobre todo en Donetsk y Lugansk, una línea continuísta. Los mismos dirigentes que comenzaron la guerra van a seguir al mando sin que antes se hubiera solucionado el conflicto lo más mínimo.

La retórica tanto de Poroshenko y Yatsenyuk, como de Zajarchenko y los suyos, incluso se ha radicalizado. Especialmente la de los rebeldes del Donbass. Por lo tanto la ruptura y falta de interés por el diálogo se ha hecho oficial tras la semana de comicios. Ni unos ni otros van a tender la mano para acabar con unos enfrentamientos que ya han costado miles de víctimas y han dinamitado la economía de unos y otros.

La elección de Ucrania
En el caso del gobierno de Kiev, pocas eran las posibilidades reales de que el poder establecido tras la caída del gobierno de Yanukovich cambiara. Solo unos matices podían alterar el rumbo político del ejecutivo, sin importar realmente los componentes. La elección de la vía de integración europeísta le deja a los gobernantes poco margen de maniobra real. Tienen una economía maltrecha, y con años duros por delante, ya que parte de la industria se ha perdido (en Crimea y Donbass), destruido (Donbass) o dejado de funcionar por falta de órdenes. Su mayor socio económico, Rusia, es ahora prácticamente su enemigo número uno.

El estado necesita una financiación que solo le pueden proporcionar sus socios occidentales. Por ello debe seguir su dictamen reformador. Además tiene que intentar lidiar con el en otros tiempos uno de los motores económicos del país, la región del Donbass, quien está ahora enfrentado militarmente con el gobierno central. Si esto no fuera poco, las elecciones han vuelto a mostrar que el poder oligárquico responsable de parte importante de la situación problemática existente sigue activo.

Los ofrecimientos de Kiev a los rebeldes, en forma de diferentes modalidades de estatus especial, han caído en saco roto. Donetsk y Lugansk simplemente han ignorado las propuestas. La camapaña militar emprendida por las fuerzas ucranianas ha sido un desastre. Si bien se han recuperado algunos territorios que al comienzo de las operaciones estaban en manos rebeldes, como Slovyansk o Kramatorsk, ya se han perdido otros como la salida al mar Negro por Novoazovsk o el control de la frontera con Rusia en esa región.

Sin embargo la mayor derrota para Kiev ha sido la de la opinión pública del Donbass. Antes de las hostilidades no eran demasiados los partidarios de las ideas secesionistas. Donbass no era Crimea en el apoyo masivo a la idea nacional rusa. Los bombardeos, saqueos y sobre todo las víctimas civiles han decantado ahora a la gente que queda en el Donbass y a la mayor parte de los refugiados, los que están en Rusia, en contra de Kiev. La sola idea de vivir en un estado unido ucraniano se ha vuelto utópica.

La elección del Donbass
Por lo tanto no puede sorprender la elección que ha hecho la gente que ha votado en las elecciones parlamentarias y presidenciales en Donetsk y Lugansk para elegir a los líderes de ambas repúblicas populares, como se autodenominan. La continuidad de los líderes que, con gran ayuda material rusa, han evitado que Kiev tomara control completo de los territorios se antoja lógica. Aunque hay que mencionar que sobre el terreno no había una elección real como se entiende tradicionalmente.

Todos los candidatos partían casi con el mismo programa. Unas promesas electorales de desarrollo económico que son imposibles sin la continuación de la guerra y la reconquista completa de toda la región del Donbass en sus fronteras pre conflicto. De otra manera todos reconocen que como estado independiente el proyecto sería inviable. Toda esa base económica orientada hacia Rusia, potencialmente si puede garantizar a Donetsk y Lugansk los ingresos necesarios a base de impuestos como para ser estados independientes. Pero la sola reconstrucción y reactivación económica no será posible sin la ayuda rusa, y aun así hace falta tener bajo su control más terreno junto a sus infraestructuras.

Por lo tanto la continuación del conflicto armado se antoja inevitable desde el punto de las aspiraciones económicas de los dos bandos. Si se llega a un estado de conflicto congelado se evitarán las muertes, pero se garantizará un pésima situación económica para las dos partes con muchos años vista.

 

*Publicado originalmente en GARA (05/11/2014)

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