Aumento del Islam radical en Kosovo

El artículo salió hace unos días en Gara. En unos días cuento como fue la realización de este material.

La creciente media luna de Kosovo

Las vertientes más radicales del islam van ganando adeptos en la nación más joven de los Balcanes. Cada vez son más las personas que dan la espalda a una sociedad hasta ahora laica y prestan atención a unos imanes que con la ayuda de dinero procedente del Golfo Pérsico expanden ideas religiosas conservadoras.

En Pristina, capital de Kosovo, es sencillo ver y oír minaretes que llaman a los musulmanes a rezar varias veces al día. Por un lado, este hecho es común en cualquier país de mayoría musulmana, sin embargo, en Kosovo está despertando temores debido al mensaje conservador, en algunos casos incluso radical, que están difundiendo algunos imanes entre sus feligreses. Ello unido a la crisis económica en la que vive sumido todo Kosovo desde hace unos años hace que, en opinión de diferentes componentes de la sociedad kosovar y observadores, exista una mezcla idónea para cultivar ideas extremistas.

Rezo en la principal mezquita de Pristina

Sin embargo, hasta no hace mucho la importancia que se le daba a la religión era escasa. La sociedad yugoslava de la que formaron parte los albanokosovares era, como en la mayoría de los países del bloque socialista a excepción de Polonia, una sociedad laica. Los propios albaneses, tanto de Kosovo como de la propia Albania, no son estrictamente musulmanes, y aunque pequeña, existe entre ellos una minoría cristiana. Así una de las personas más famosas y queridas por todos los albaneses es la misionera Madre Teresa de Calcuta, albanesa católica. La mayoría musulmana, un 96% de la población, tampoco ha practicado una vertiente demasiado conservadora, siendo el consumo del alcohol o incluso comer productos porcinos bastante común.

Creciente islamización

En los últimos años, vertientes musulmanas más conservadoras como el salafismo o el wahabismo están penetrando con fuerza en Kosovo. Imanes bien financiados desde organizaciones no gubernamentales de ámbito religioso crean comunidades que se expanden con rapidez. El secreto de su éxito es sencillo en el Kosovo actual. Con cerca de un 50% del paro, las familias reciben desde las mezquitas ayudas mensuales equivalentes, y en muchos casos superiores, a un sueldo normal. Reciben así mismo «apoyo moral», educación gratuita para sus hijos, ayudas para acudir al médico. Todo ello en medio de una sociedad donde la educación o sanidad están al alcance de menos personas año tras año, y aun así son cada vez de peor calidad. La financiación, aunque no de manera directa, proviene de países del Golfo Pérsico. Las diferentes organizaciones no gubernamentales que donan sustanciales sumas para este, como ellos califican, «trabajo social», se encuentran en su mayoría en países occidentales como Gran Bretaña o Australia, pero previsiblemente se financian de donaciones provenientes de países como Arabia Saudí, Catar o Egipto. En algunos casos, se habla directamente del apoyo que ofrece la organización Hermanos Musulmanes, oficialmente no presente en Kosovo.

Este no es el primer intento que hacen los islamistas más rigoristas de entrar en Kosovo. Justo después de la guerra de 1999 que supuso la intervención de la OTAN y la separación de facto de Kosovo de Serbia, ya hicieron varios intentos. En ese momento fueron rechazados, en varias ocasiones de manera violenta, por las fuerzas de la guerrilla albanokosovar UCK. Ahora la situación ha cambiado, ya que el control del cumplimiento de las leyes está en manos de la misión europea EULEX. Esta, siguiendo «estándares occidentales», no permite perseguir a ninguna ONG, aunque su trabajo y financiación no queden muy claros. Por esta paradoja, los elementos musulmanes más reaccionarios encuentran protección para sus actividades de las mismas fuerzas que los combaten en otros frentes como Afganistán o Mali.

Los defensores de la no investigación y persecución de estas ONG alegan que por el momento el número real de adeptos de estás vertientes es todavía escaso y, sobre todo, que no han cometido delito alguno. Así, hasta ahora han calificado de acciones esporádicas protagonizadas por individuos aislados los actos de violencia que van ocurriendo con cada vez mayor asiduidad contra cementerios y monumentos serbios (iglesias y monasterios ortodoxos en su mayoría). También, y esto preocupa más en Kosovo, cada vez son más los imanes liberales que son atacados por partidarios de ramas más conservadoras. Palizas, amenazas o la quema de propiedades son denuncias que han presentado ante la Policía en los últimos años varios imanes que se pronunciaron públicamente en contra de las vertientes más rigoristas del islam. Hasta ahora, solo una de las muchas denuncias ha dado resultado, una condena de tres meses a un solo individuo por la quema de un coche. El resto no se ha investigado en profundidad, o si se ha hecho, no ha dado resultados.

Shefqet Krasniqi

Gracias a esta libertad de acción, imanes como Shefqet Krasniqi cada vez obtienen mayor reconocimiento dentro de la sociedad. Calificado como mayor exponente del islam más conservador de Kosovo, este imán dirige las oraciones en la principal mezquita de Pristina, y además tiene un programa propio en una televisión local. Krasniqi califica la situación actual de un proceso natural, en el que la sociedad kosovar tiene un despertar religioso tras años de socialismo y dominio serbio. Para él, este despertar se tiene que culminar con el abandono del secularismo por parte del Estado y la adopción de unas leyes y costumbres más acordes con una visión del islam propia de los países del Golfo Pérsico. Así mismo, a pesar de señalar que el conflicto con los serbios no tiene para él una base religiosa, compara la situación de los enclaves serbios en Kosovo con el Líbano. Un problema que para él se tiene que solucionar «de una manera u otra».

¿Amenaza real?

El debate está abierto en Kosovo. Lo que unos ven como una amenaza intolerable en una sociedad democrática, otros lo ven como un proceso que afianzará a una sociedad con problemas. Sea de una manera u otra, este aumento del islam de índole más rigorista es un serio toque de atención sobre la realidad que se está formando en la joven nación balcánica. Pobreza unida a libertad de acción para agentes religiosos rigoristas no ha dado hasta ahora buenos frutos, y menos en una zona tan sensible como los Balcanes.

Turquía-Kurdistán

Van, el drama sigue un año después

El 23 de octubre de 2011 la ciudad de Van sufrió un terremoto de 7,1 de magnitud. A la primera sacudida le siguieron un centenar de réplicas. Los terremotos dejaron sin techo a cerca de 60 mil personas. Un año después, la recuperación avanza lentamente acompañada además de nuevos problemas.

 

El viajero que llega actualmente a Van encuentra una ciudad típica de esa región de Turquía. A simple vista todo parece más o menos normal, pero según se va prestando atención, las consecuencias de los terremotos se hacen visibles. Solares vacíos se suceden por toda la ciudad. Sitios donde hasta hace una año existía una casa, unas oficinas o un negocio. Muchos edificios están vacíos, se volvieron inutilizables debido al terremoto y esperan su turno para ser derruidos o desmontados. En algunos bloques de pisos las grietas abiertas en las paredes dejan a la vista los muebles que no se han podido sacar y que hablan de una vida anterior en esa casa.

Fue a las 13:41 del 23 de octubre de 2011 cuando la ciudad turca de Van sufrió el peor terremoto de su historia. El primer y principal temblor fue de una magnitud de 7,1, a este le siguieron más de un centenar de replicas, siendo la más importante el 9 de noviembre con una magnitud de 5,7. Según los datos oficiales del gobierno turco murieron 604 personas, aunque las autoridades locales opinan que los muertos reales fueron más de mil. Hubo también miles de heridos, 4.152 según datos oficiales. Más de 11 mil edificios resultaron dañados, de los cuales más de seis mil fueron declarados inhabitables. Cerca de 60 mil personas se quedaron sin hogar.

Un año después, la ciudad ha hecho un gran esfuerzo para recuperar la normalidad. Sin embargo, varios son los factores que dificultan la recuperación. Por un lado el discutible papel del gobierno central de Ankara, que se comporta de una manera muy diferente a cuando catástrofes similares han ocurrido en otras partes del país. Por otro lado está la difícil situación política en toda la región, que crea problemas adicionales a las autoridades municipales, ya de por sí sobrecargadas.

Turquía es un país que debido a su situación geográfica ha sufrido numerosos terremotos a lo largo de su historia. Solo a lo largo de los últimos veinte años ha habido más de diez terremotos importantes que han provocado miles de víctimas, siendo el más importante el terremoto ocurrido en 1999 en la ciudad de Izmit de 7,6 de magnitud, el cual provocó cerca de veinte mil víctimas. Por todo ello es fácil que surja el agravio comparativo cuando se ve la respuesta de las autoridades turcas tras el terremoto de Van.

Ser kurdos, factor clave

La ciudad de Van es la segunda ciudad de Turquía con más población kurda. Al menos el 75 por ciento de los aproximadamente 370 mil habitantes de la urbe son kurdos. Por esa razón, también son kurdos la mayoría de las personas que han perdido su hogar. Las autoridades turcas han comenzado una campaña de reconstrucción de vivienda para los damnificados, exactamente igual a como lo habían hecho en otras regiones, las diferencias surgen a la hora de entregar las viviendas.

La postura oficial de las autoridades es vender las nuevas viviendas a las personas que perdieron su casa debido al terremoto. Los precios empiezan en los 50 mil liras turcas (unos 23 mil euros) para las plantas bajas, y progresivamente van subiendo hasta los 180 mil liras turcas (unos 77 mil euros). Para una región donde el sueldo medio ronda las 700 liras turcas (unos 300 euros al cambio) son precios desorbitados. A ello hay que añadir que Van y los alrededores tienen una tasa de paro cercana al 40% de la población.

En la actualidad en la ciudad existen unos 30 poblados de contenedores. Esta medida temporal se está alargando. Ante la llegada del invierno las familias no tienen otra opción que pasar por caja, o al menos prometer, ya que es difícil que lo consigan, que irán pagando la vivienda a plazos. Las temperaturas en Van llegan a bajar hasta los veinte grados bajo cero en invierno y es habitual que nieve. Pasar otro invierno más en los contenedores es una perspectiva poco atractiva y realmente peligrosa para los más débiles, ancianos y niños.

El propio alcalde en funciones de la ciudad, Cahit Bozbay señala que “normalmente los gobiernos ayudan a sus ciudadanos. En Van no pasa por que es una región kurda. En otras partes de Turquía después de que sucedieran casos similares, la población recibió las casas sin pagar nada. No pagaron electricidad, agua y diferentes impuestos durante un año, a veces dos y más. En Van la población sigue pagando por todo, y eso que muchos de los servicios no están disponibles todavía. El gobierno turco no ha destinado ni una sola lira turca a las labores de reconstrucción de la ciudad. A cambio lo que si que ha hecho el gobierno es meter en la cárcel al alcalde de la ciudad. Él junto a otros 37 alcaldes de otras ciudades kurdos, 6 parlamentarios y otros miembros del partido hacen un total de ocho mil prisioneros políticos de nuestro partido”.

Cahit Bozbay pertenece al pro-kurdo Partido Paz y Democracia. Un partido legal que condena la violencia y que aun así sufre un dura represión de las autoridades de Ankara. El otro gran partido político kurdo de Turquía es el Partido de los Trabajadores del Kurdistán. Este partido ilegal lleva treinta años luchando contra las tropas turcas por los derechos del pueblo kurdo. Precisamente los últimos enfrentamientos entre el ejercito y los guerrilleros del PTK son otro factor más que complica la situación en la ciudad de Van. Solo en lo que va de este año los enfrentamientos han provocado más de mil muertos y esto ha hecho que mucha gente de las regiones rurales abandone sus hogares y se dirija a las ciudades. En Van, donde ya de por sí la situación es difícil, esta gente mal vive en una condiciones incluso peores que los damnificados por el terremoto.

Más refugiados

La ciudad además acoge a refugiados afganos e iraníes. Estas comunidades forman el estrato más bajo ya que por norma general el gobierno turco no reconoce su estatus de refugiados. La ONU sí los reconoce como refugiados, pero no los evacua a terceros países desde hace unos años. La falta de comprensión de las autoridades turcas hace que estas personas no puedan optar a obtener una vivienda destinada para refugiados y tienen que alquilar por su cuenta en la ciudad. Sin embargo, no puedan trabajar legalmente, lo que hace realmente difícil que puedan obtener unos ingresos mínimos para sobrevivir. A todo ello se añade el hecho que tampoco pueden optar a la asistencia médica gratuita.

A las afueras de la ciudad el gobierno turco está construyendo un campamento para estos refugiados de fuera donde puedan tener unas condiciones dignas, pero según Cahit Bozbay “es más bien una prisión o campo de concentración donde tener a los refugiados controlados”.

Con esta lista de problemas la ciudad de Van se prepara para recibir un nuevo invierno. El gobierno turco además de la ayuda humanitaria en forma de diferentes equipos (tiendas de campaña, generadores, mantas, etc) ha recibido decenas de millones de dólares de ayuda internacional. Ese dinero, o al menos una parte de él, no ha llegado a la ciudad, que afronta en solitario su propia reconstrucción así como el drama de los refugiados. El gobierno turco no solo no ayuda, sino que crea constantes problemas al pueblo kurdo mediante la represión política, policial y militar.

Georgia actual

Llevo ya 12 días en Georgia. He estado principalmente en Tbilisi, la capital, aunque he visitado algunos municipios cercanos también.

Sí tenéis pensado visitar este país, aprender georgiano o en su defecto, y depende de como y para que, ruso. El georgiano es imposible, no solo por que no se parece a nada que yo conozca sino que además utilizan un alfabeto propio que no se lee ni con gafas. He aquí un ejemplo:

Es una foto de una página de un menú cualquiera, lo que está encima del «Cool breakfast» eso es georgiano. Con este panorama lo más cosmopolita en Tbilisi, ya no digo en otros sitios, es cuando ven que uno es extranjero e intenta hablarles en inglés le contestan un par de palabras en ruso para seguidamente volver al georgiano más profundo.

Es curioso el poco inglés que se habla en un país que quiere entrar en la OTAN y la UE más que nada en el mundo, o eso dice el presidente georgiano Saakashvili. Siendo sincero creo que es el menor de sus problemas en el camino hacia esas organizaciones internacionales.

Es un país pobre, el más pobre que he visto en Europa sin contar Kosovo. Es una pobreza de la que puede que no sean demasiado conscientes los georgianos. Sus vecinos viven mejor, pero no demasiado, y la pudiente UE, sobre todo los países ricos como Alemania o Francia les queda lejos. Parece que la mala situación que viven sea natural para ellos, o puede que la leve mejoría del nivel de vida que van notando en los últimos años les es suficiente. La verdad es que a saber.

La gente con la que he podido hablar se divide en dos grupos, los que apoyan al actual gobierno y opinan que todo va muy bien y que irá mejor y los que piensan que hace falta una revolución a lo país árabe y que una vez sucedido eso todo irá bien y mejor. Optimistas son. Bueno, quizás me he dejado a un subgrupo de gente, los que opinan que en la URSS se vivía mejor, de esos hay en los dos bandos, tonto entre los  que apoyan al gobierno actual como entre los que lo detestan.

La gente es moderadamente amable, aunque en su mayoría les sigue chocando eso de ver extranjeros. Conducen fatal, no respetan a los peatones nunca, ni paso de cebra ni hostia. Es realmente peligroso el tráfico aquí. Las calles, sí nos olvidamos de los coches, son seguras. Es la misma historia que me chocó en Kosovo, seguridad ciudadana más que buena. La policía goza de una reputación excelente!!! La gente además te la recomienda, jóvenes y mayores opinan bien sobre ella. Esto en parte se debe a que hace años era muy mala y corrupta, pero con la nueva administración la han reformado profundamente hasta hacer de ella motivo de orgullo para los georgianos, lo cual impresiona gratamente.

Quería escribir este post a los dos días de estar en el país. Mi primera intención era empezar a soltar pestes sobre esta nación del Cáucaso sur, pero me lo aguanté. Creo que hice bien. Ahora no es que mis impresiones hayan cambiado mucho, poco ha mejorado mi opinión, pero sí me he acostumbrado un poco a lo que veo, y quizás lo comprendo mejor.

Son muchas la impresiones que uno se puede llevar aquí, y más adelante compartiré algunas más. Creo que toda impresión sí no urge debe madurar para apreciarla mejor.

Por cierto, Tbilisi no enamora en esta época del año, pero sí tiene algunos paisajes más que bonitos.

Foto hecha con el iPhone durante un paseo nocturno:

Vista hacia el este desde uno de los puentes